viernes, 11 de noviembre de 2011

Ponele que nunca hice el descargo de esto acá, y me pareció tan raro. Pero ponele también de que no me había caído la ficha.
Hoy me subí al colectivo y había un nene que era igual a él pero con quince años, y me di cuenta de que la semana pasada me dijiste hermana por primera vez. Que me esperaste todo el día para jugar, y que también por primera vez me hiciste un dibujo para mí. Nos reímos, divertimos, y nos contamos las cosas que nos gustan mutuamente.
Automáticamente que pienso esto me doy cuenta de todo lo lindo que pueden traer 4 años, -o más-, de espera. Todo lo malo que pasé que se trasformó en el vaso medio lleno, y que todo lo que pasé fue por algo. Por que hoy puedo decir que extraño a mi hermano, y no por que no lo pueda ver, sino por que lo tengo y extraño su compañía.
También me di cuenta de todo lo que gané, y sin mandarme la parte, me siento orgullosa de nunca haber bajado los brazos para llegar a él, por que mereció la pena.
Muchas cosas que gane, y muchas cosas que me perdí... Y aunque me hubiera encantado estar presente el 1º día de jardín, o el 1º día de clases, o en todos tus cumpleaños, también te digo que conocerte ahora tiene sus beneficios.
Estas tan grande, campeón. Tan grande y lindo. Y aparte, sos tan bueno, hermano. La ternura hecha metro y pico y con nariz perfecta. No sabes lo que daría por que papá nos haya visto el sábado pasado jugando juntos. No te imaginas.